Una vez en el vagón se sentó al final de este, esperando pasar desapercibida. Por las ventanas podía ver el vagón contiguo, mas no había nada interesante tras los cristales. Abrió el diario y comenzó a leer.
Permaneció inmersa en su lectura, hasta que entre la cuarta y quinta estación se apagaron las luces. Se sobresaltó, a pesar de que era algo que sucedía a menudo. Cuando volvieron a encenderse, parpadeó para recuperar su visión y vio, al otro lado del cristal a un chico que parecía tener un par de años mas. Se quedó observándolo un momento. Él escuchaba música y perecía absorto del mundo. Entonces giró la cabeza y la miró. Rápidamente ella bajó su mirada y siguió leyendo el periódico.
Algo la obligaba a mirarlo, aunque ella intentaba permanecer con la vista fija en el periódico, a pesar de que no conseguía concentrarse para leer algo. Le dedicaba alguna mirada furtiva estación tras estación, e incluso juraría haberlo visto mirándola en alguna ocasión, y él, disimulando, había reaccionado cambiando el sentido de sus ojos.
Al fin consiguió centrar de nuevo la atención en el periódico. Más tarde, entre la novena y décima estación alzó la vista de nuevo, pero él ya no estaba allí. La poseyó una mezcla de tristeza y sorpresa. Parecía que aquel chico estaría allí siempre que ella mirara. Siguió con la mirada fija en el cristal unos sengundos, hasta que oyó que alguien le decía: "Estoy aquí."
A su lado estaba él, sentado a su lado, y ella ni se había dado cuenta. Se sonrojó mientras él no dejaba de mirarla.

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