Unos enormes cascos cubren mis orejas frías, aún no he vuelto a la realidad. Camino entre la niebla manutina, esquivando a la gente que va con demasiada prisa, completamente despiertos. ¿Cómo lo harán?
Necesito mi café con leche para llevar de la única cafeteria de las de siempreque queda en el barrio. La sonrosada mujer me sonríe y me desea un buen día llamándome por mi nombre, no sin antes regalarme un chicle de clorofila "para que no fume tanto, que es un vicio mu malo". Antes de sumerjirme en las entrañas de la ciudad me suministro la dosis combinada de cafeína y nicotina. Empiezo a ser persona, son las siete de la mañana.
Me siento y saco mi block de notas, regalo de mi hermana pequeña porque "Van Gogh y Heminway tenían uno igual", valla manera estúpida de gastar cuatro euros en algo que en el bazar chino te dan por uno, a veces pienso que es algo tonta, aún así la quiero, a mi manera. Trazo un par de líneas, pero hoy la inspiración no me hace caso. Estoy planteándome seriamente guardar todo y dedicarme exclusivamente a mi música cuando, envuelta en un halo de luz entras en mi vagón.
Te apollas en la puerta, frente a mi. Tus ojeras se hacen evidentes, llevas el maquillaje algo emborronado y una sudadera de chico que, imagino, será de tu novio. Nunca sabré que se la robaste en una discoteca a un chico que te metió mano. Tu aspecto desastroso delata que no has dormido, que al contrario de las personas del vagón, vuelves a casa. Abro de nuevo la libreta, elijo cuidadosamente una página impoluta y comienzo a dibujarte. No pareces darte cuenta.
Llego a mi parada, hago como si no me hubiera dado cuenta y sigo... no encuentro miradas perturbadoras todos los días. Te sientas en el suelo del vagón, lo que no tiene sentido pues hay varios asientos libres, pero parece que prefieras seguir posando para mí. Ni siquiera me has mirado.
Te levantas rompiendo el hechizo, escapas ajena a todo, sin mirar atrás, arrastrando los pies. Te veo a través de los cristales ya en movimiento y mi corazón se salta un latido. La chica que está a mi lado mira mi dibujo y se ríe.
- ¿Crees que podrías dibujarme?
Son las siete y veintitrés de la mañana.
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me encanta tu espíritu observador
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