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.:: Exactamente igual ::.

Cada día no es más que una copia casi exacta del anterior. Esta certeza es la que masacra el cerebro de Daniel, impidiendo surgir cualquier nueva ilusión o sueño, impidiéndole salir de la rutina que lo aliena, que lo convierte en un hilo más dentro del complejo entramado de las vidas que subsisten en la ciudad.

Al llegar al paso de cebra de Gran Vía, mira el reloj nervioso. Transeuntes se amontonan en ambas aceras esperando el verde del semáforo, siempre hay mucha gente a esa hora. Daniel sabe que faltan ocho segundos para que el color rojo frene a los coches y nueve para que los peatones se abalancen para atravesar la calzada. Elije el pie derecho y sincronizadamente, cuando el muñeco verde aparece en la pantalla del semáforo, lidera a la marcha de personas que cruza desde los números pares a los impares.

Haciendo slalom, como en un baile urbano, efímero y fortuito, se cruza con mucha gente sin que exista un contacto físico, ni el más leve roce. Al llegar a la acera de enfrente echa cuentas: 451 días cruzando ese mismo lugar sin que nadie choque con él. Suspira desanimado y se desea suerte para el día siguiente, para que alguien, aunque solo se trate de un torpe, lo empuje o lo toque. Daniel se ha prometido que el día que eso suceda, le entregará una carta de dimisión a su jefe y montará su propia agencia de publicidad.

Por el momento, simplemente espera.
Pilar C. Sánchez

Pilar C. Sánchez

Escritora por hábito y por vicio, lectora por extensión. Escéptica, anarcocap, dice un título de la UCM que periodista. Con tendencia al caos (ordenado), gusto por las cosas raras y el frikerío en general. Cactus y escorpión, pero se me acaba cogiendo cariño.

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