Algo se rompió en su interior. Fue instantáneo, apenas una milésima de segundo, pero pudo notarlo. Sintió cómo todas las ansias por estar junto a aquel chico se evaporaban, abandonando su cuerpo. Cómo la necesidad de mirarle, hablarle, tocarle, cuidarle... presentes los tres últimos días, desde que lo conoció, se esfumaban.
No sintió pena, ni tristeza, aunque era la primera vez que le pasaba. Pero sí un enorme vacío creciendo en su estómago.
Había cambiado todo, y nunca sabría el por qué.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
debes actualizar el blog, que te leo...
ResponderEliminar