El hombre acarició la delicada barbilla de la chica figurín, mientras su padre miraba la escena aterrorizado sin soltarla del brazo.
-Sería una lástima que a a esta belleza le ocurriera algo malo- dijo con sorna el hombre.
Ella le propinó un fuerte rodillazo en la entrepierna, cuando el hombre se dobló lo cogió por la nuca y repitió la operación dejándolo medio inconsciente en el suelo. Con el tacón de sus zapatos blancos presionó el cuello del magullado y le escupió. Su padre la observaba fascinado.
-¿Nadie te ha contado que las apariencias engañan?
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Muy bueno!! Te felicito por el blog. Por qué no envías algunos relatos a www.cuentosymas.com.ar Allí publican textos breves como los tuyos.
ResponderEliminarSaludos!
El estremecimiento del cuento está en el final. Una delicada taza de té se
ResponderEliminartransforma en trituradora... bien escrito. un abrazo rub