Se sentó en un banco, lo miró a los ojos. Esos ojos grandes y fijos, inmóviles.
¿Por qué?- preguntó en voz alta como si él pudiera contestar.
Lloró hasta quedarse tranquila, para conseguir expulsar de su cuerpo un poco de la amargura y desdicha contenidas. Al observar de nuevo el rostro de él, se fijó esta vez en su sonrisa sarcástica, tan familiar. Se levantó y acercó la mano a su rostro, para acariciarlo una vez más. El cristal se lo impidió.
Deseó poder coger y abrazar aquella fotografía situada bajo el nombre de él y la inscripción D.E.P., pero había olvidado las llaves en casa. Colocó un poco las flores de la maceta del nicho y salió del cementerio arrastrando los pies.
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que triste. u.u
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